Psicología: ¿Por qué no podemos dejar de mirar el celular?

Vivimos en una era hiperconectada, donde el celular se ha transformado en una extensión de nuestro cuerpo. Desde el momento en que despertamos hasta que nos vamos a dormir, lo revisamos constantemente. Pero, ¿qué pasa cuando no podemos dejar de hacerlo?
Según expertos en Psicología, esta conducta puede ir más allá del simple hábito y acercarse a una verdadera dependencia emocional y psicológica. De hecho, muchos lo llaman ya un “ansiolítico portátil”.
El celular como escape emocional
Aleix Hildebrandt, profesor de Psicología de la salud en la Universidad Carlemany de Andorra, advierte que no se trata de demonizar la tecnología, sino de recuperar el control sobre nuestros hábitos.
“El problema no es usar el celular, sino no poder dejar de hacerlo”, señala el especialista.
La necesidad de revisar el teléfono en cualquier situación —en el transporte, en una reunión, en la fila del supermercado— revela un patrón que va más allá de la simple costumbre.
Tres causas que explican la adicción al celular
1. Refuerzo intermitente
Las notificaciones y los “me gusta” no llegan de manera regular, sino de forma aleatoria. Este refuerzo impredecible activa nuestro sistema de recompensa, igual que una máquina tragamonedas, y nos lleva a revisar el celular “por si acaso”.
2. Ansiedad social y necesidad de control
Muchas personas sienten una fuerte necesidad de estar informadas, no perderse nada y responder de inmediato. Esto puede estar ligado a una ansiedad social no resuelta y al miedo de quedar excluidos o no ser valorados.
3. Nomofobia: el miedo a estar sin celular
El término “nomofobia” (de no-mobile-phone phobia) describe el temor irracional a estar sin el teléfono. Aunque aún no se clasifica oficialmente como un trastorno, cada vez más personas sienten verdadero malestar si se quedan sin batería, sin señal o si olvidan el celular en casa.
Un ansiolítico digital sin darnos cuenta
Muchas veces, revisar el celular compulsivamente es una forma de evitar emociones difíciles, pensamientos incómodos o simplemente el aburrimiento. Es un escape emocional que usamos sin ser plenamente conscientes.